Lo que pretendo humildemente transmitir es que el tiempo, maldita medida exacta de la vida, trasmuta permanentemente lo que somos, lo da vueltas, nos hace ver que absolutamente nada de este mundo material es eterno, nada.
Y es así como termino dándome cuenta de que nunca más podré captar la esencia de lo que esta página alguna vez fue, y por supuesto, menos podré lograr ser quien en su momento fui. Pero eso no es malo, no señor.
Creo que lo único de lo que podemos estar seguros es que de nada podemos estar seguros, tan sencillo como eso. Pues todo es un permanente cambio, si... Un permanente cambio, qué ironía, ¿Verdad? Estamos estatificados en la eterna movilización cultural, social, económica y hasta incluso espiritual, podemos ponerle cualquier nombre, pues de todas formas nos afectará. Jamás escaparemos, (mientras sigamos respirando), de este juego sin reglas, sin límites, y con mucho, mucho azar.
En fin, los dados ya están rodando en la mesa. Los peones se mueven, las jugadas magníficas se conocen, nadie pierde nada en este juego, los pensadoras sacarán ventaja, los ignorantes se quedarán perdidos en algún patético casillero. ¿Quién es el más fuerte acá?
...Yo creo que el que hace de sus silencios, grandes palabras.
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